sábado, 28 de noviembre de 2009

Los "manos" locales atacan de nuevo!!! La Ley del Libro y el Eternauta!!!


Los manos crean zoombies para que defiendan los intereses del invasor...

Lo leemos en "Derecho a Leer"
Fuente "Hablando del Asunto"

En una entrada de su blog, la investigadora Laura Vázquez planteó con claridad los problemas que rodean a la investigación académica sobre historieta, condenada a lidiar con coleccionistas paranóicos o con hemerotecas incompletas y que jamás atesoraron un material que sólo hace poco dejó de ser despreciable. En sus palabras:

El hecho es que estas producciones artísticas, masivas y populares (con todas las contradicciones y tensiones que ello supone en términos analíticos) constituyen un objeto ex-céntrico o en la periferia de la crítica de arte y el área de estudios visuales en general, lo que hace que el trabajo con archivos fuentes, la indagación empírica, resulten una tarea ardua y dificultosa. Lo digo sin rodeos: no hay políticas públicas de resguardo de estos materiales gráficos.

Es muy recomendable leer la entrada completa, que es excelente, porque propone una discusión muy rica sobre el papel del “legitimismo del margen” en la historieta, sus posibilidades y límites. Pero lo que me interesa hoy es la posibilidad real de construir esos archivos necesarios para poder leer la historieta del pasado. Alguna vez, con menos elocuencia, escribí sobre eso.

Digámoslo de una vez: si no se reforman las leyes 11.723 (de propiedad intelectual) y 25.446 (de “fomento del libro y la lectura”) no es posible la investigación seria en Argentina sin obligar a delinquir a los investigadores. Eso vale para cualquier investigación, pero es particularmente cierto para la investigación sobre historieta.

¿Estoy paranóico? En absoluto. La “Ley de fomento del libro y la lectura”, cuyo cínico título me recuerda a la “Ley de solidaridad previsional” creada por el menemismo, determina lo siguiente:

ARTICULO 23. – El editor podrá perseguir civil y penalmente a quienes reproduzcan ilegítimamente su edición, pudiendo estar en juicio, incluso en acciones penales como querellante. Esta acción es independiente de la que le corresponde al autor.”
(…)
ARTICULO 29. – Quienes reproduzcan en forma facsimilar un libro o partes de él, sin autorización de su autor y de su editor, serán sancionados con multa de pesos setecientos cincuenta a diez mil.

En caso de reincidencia, la pena será de prisión de un mes a dos años. Estas sanciones se aplicarán aun cuando la reproducción sea reducida o ampliada y siempre que el hecho no constituya un delito más severamente penado.

Aclaro algo: no estoy hablando de democratización del acceso a bienes culturales comunes, ni de la crisis del copyright y demás interesantes problemas. Estamos hablando de la simple necesidad de contar con excepciones para que las bibliotecas, el sistema educativo y la investigación puedan realizar copias –actividad que hoy es sinónimo de cumplir sus funciones normales– sin delinquir. Excepciones que no son un delirio anarquista, sino que existen en la mayor parte del mundo.

¿Qué ocurre sin estas excepciones? Dos cosas, ambas horribles. Primero, que para cualquier tipo de reproducción debemos recabar una doble autorización, porque la ley habilita a dos sujetos a perseguir penal (¡penal!) y civilmente a quien saca una copia: el autor y el editor. Segundo, que cualquier reproducción total o parcial, implica pena de multa y de prisión. Leyeron bien. No hay excepciones. Ninguna. Un investigador que le saca fotos a una historieta de vaqueros de autor anónimo publicada en una revista Fantasía de 1958 atesorada por un coleccionista que no la presta ni loco, es un delincuente. Un bibliotecario que escanea su colección completa de Hora Cero para preservar los originales del deterioro, es un delincuente. Y que ni se les ocurra publicar esas fotos y esos escaneos en algún repositorio o en un libro sin las autorizaciones pertinentes. Multa y prisión para todo el mundo.

Curioso estilo de “fomento del libro y la lectura”: condenar al olvido a la enorme masa de producciones culturales agotadas, cuyo interés comercial es nulo aunque su interés cultural sea enorme. Gracias, señores diputados, gracias señores editores, gracias CADRA; gracias Rep.





Otra ley para criminalizar a quien comparte e investiga...

Y pensar que estabamos festejando el "Día Nacional de la Historieta"


Popeye está "Liberado"




0 comentarios:

Publicar un comentario