martes, 18 de agosto de 2009

GRACIELA GÓMEZ, “LE ESTAMOS EXIGIENDO AL GOBIERNO QUE REACCIONE Y CATEGORICE LOS PESTICIDAS COMO CORRESPONDE”

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A una semana de la jornada de "Observatorio del glifosato" en el Congreso, convocada por la diputada misionera Julia Perié el martes 11 de agosto en la sala de comisiones 1, segundo piso, edificio anexo de la Cámara de Diputados de la Nación legisladores y ambientalistas coinciden en que fue el primer paso en un largo camino.

La jornada se realizó con el propósito de consensuar criterios e intercambiar sugerencias y opiniones de distintos especialistas, científicos, organismos oficiales y organizaciones no gubernamentales, para definir, mediante un proyecto de ley de autoría de la diputada Perié, su utilización y consecuencias en el país.

Además de Perié, que inauguró el encuentro con la presentación del proyecto de ley, participaron el médico e investigador Hugo Gomez Demaio, jefe del laboratorio de Biología Molecular de Misiones; Claudia A. Saldaña, diputada nacional de Santa Fe; Pablo Zancada, diputado nacional de Santa Fe; Graciela Cristina Gómez, abogada de la ONG Ecos de Romang; Andrés Carrasco, profesor de embriología e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), entre otros.

Larga Lucha
Para las distintas organizaciones ambientalistas que participaron, la jornada en el ámbito legislativo fue un raund importante de una pelea que lleva años disputándose en las arenas académicas y mediáticas. El rival a vencer es Monsanto y su producto estrella, el glifosato, comercializado bajo el nombre de Round-up.

Las semillas transgénicas u organismos genéticamente modificados (OGM) y sus compañeros inseparables, el glifosato y la siembra directa, desembarcaron en la Argentina en 1996 con la autorización del presidente Carlos S. Menem y el secretario de agricultura Felipe Solá. En la actualidad el “paquete tecnológico” (OGM-glifosato-siembra directa) es utilizado para la siembra de 20 millones de hectáreas de soja, más del 90 por ciento de la producción del segundo exportador mundial de soja. El glifosato es el herbicida más usado y los productores gastan en él unos 450 millones de dólares al año y utilizan anualmente en sus cultivos unos 150 millones de litros, según datos de la Cámara Argentina de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes.

Teoría y praxis
Desde 1.996 a la fecha las denuncias sobre el impacto negativo de las nuevas tecnologías agrícolas sobre el suelo y sus pobladores se fueron multiplicando y a la observación práctica se sumaron estudios científicos.

En la localidad de Malabrigo localizada al norte de la provincia de Santa Fe fue el médico Rodolfo Páramo quien en marzo del año 2.007 alertó sobre la responsabilidad del glifosato en las mal formaciones de niños y cánceres en adultos que viven cerca de zonas fumigadas. Páramo, que antes de trabajar en la pequeña localidad lo hizo en la maternidad del Hospital José María Cullen de la capital provincial donde “veía una malformación cada 8.500-10.000 partos” se encontró con una tasa muy superior: “doce malformaciones por cada 250 nacimientos”.
En 2.009 Andrés Carrasco, biólogo e investigar principal del Conicet con varias décadas de trayectoria, reveló detalles de una investigación de su autoría a través de la cual demostró el impacto del glifosato sobre los embriones humano. Carrasco realizó su trabajo sobre un embrión anfibio. “En el laboratorio hace muchos años que nos dedicamos al estudio embriológico, y tanto el embrión de pollo como esta especie de ranas tienen gran efectividad para colegir qué pasaría en igual situación con humanos. La formación de embriones vertebrados tiene gran similitud y es perfectamente válido inferir que las malformaciones que verificamos en las ranas también ocurran en embriones humanos ante el impacto del glifosato”, denunció en el diario La Capital de rosario, en mayo de este año.

Según el estudio de Carrasco, aún ínfimas cantidades de glifosato podrían causar malformaciones embrionarias en anfibios y por lo tanto, por extrapolación, podrían tener implicancias para los seres humanos, en su investigación utilizó glifosato puro, así como un herbicida que contiene 500 g de glifosato por litro – más o menos la concentración estándar de muchos fertilizantes del mercado - que luego diluyó 5.000 veces.

El estudio se realizó en el marco de las investigaciones que aborda el Conicet, con los subsidios que ya tiene el instituto del presupuesto del Estado nacional. Sin embargo, llamó la atención la aclaración realizada en su momento por Carrasco. “Si hubiera pedido un dinero al Conicet para esta investigación probablemente no me la hubieran dado porque el Conicet, la institución que me paga una parte de mi sueldo —la otra parte me la paga la Universidad de Buenos Aires—, tiene un convenio con Monsanto, que paga un premio por promocionar proyectos biotecnológicos que son de su interés. Se entiende, si la institución madre de la ciencia argentina, el Conicet, tiene un convenio con la empresa con la que ahora surge este conflicto, estamos en un problema”.

Primer paso
Uno los concurrentes de la jornada, el diputado nacional de Santa Fe Pablo Zancada, dijo haberse “estremecido de ver científicamente las deformaciones” expuestas por los doctores en los siete minutos que tenían al tomar la palabra. Zancada comentó que “el proyecto de la diputada Perié ahora será completado con algunas reformas que propusieron algunas instituciones que participaron” y destacó la participación en la jornada de “gente del norte como la doctora [Graciela] Gómez y el doctor Rodolfo Páramo que vienen trabajando en la soledad en medio de un programa o un operativo, como le quieran llamar, de las multinacionales, sobre todo de Monsanto que tiene mucho interés en dólares en este tema”.

El diputado santafesino se lamentó que hayan sido “sólo tres” los diputados presentes además de él, “Julia Perié, de Misiones; Patricio Solanas, de Entre Ríos y Claudia A. Saldaña, de Santa Fe” y, elogió la presencia de “más de cincuenta organizaciones interesadas en el tema”. “Son proyectos con muchas trabas, que salen en los medios pero les cuesta caminar por las comisiones, pero no hay que desesperar y caminar los depachos de los demás diputados”.

Desde la mirada de las organizaciones no gubernamentales, como Ecos de Romang, la aprobación del proyecto que pedirá la prohibición del uso del glifosato en el país llevará tiempo. “Seguramente se tomarán su tiempo, se les dará un plazo estimativo como una suspensión inicial”, opinó Graciela Gómez. “La gran excusa que tienen es decir ‘si no nos dan una opción qué vamos a usar’, y esos es una falacia porque desde el 2.005 ya están estudiando el reemplazante del glifosato porque éste es un fracaso. Hay veintinueve nuevas especies que ya son resistentes al glifosato y ya tienen el nuevo producto que es peor, o sea, que es una mentira lo que dicen los ingenieros agrónomos y los productores. Con el nuevo experimento no será mover un ADN de un lugar a otro sino que se meterán en el cloroplasto, eso es meterse directamente en la clorofila, que hoy no tiene la semilla (RR) resistente al Rand-up. Nosotros no somos estúpidos, ellos a esto ya lo preveían. Están exigiendo a los países donde entraron que la legislación se adapte a ellos, en vez de ellos adaptarse a la legislación de los países que están destruyendo. Pero eso es lo que le estamos exigiendo al gobierno, que reaccione, que ponga una legislación como corresponde y categorice los pesticidas como corresponde porque la prioridad es la salud de la población, no esta gente que viene a llenarse los bolsillos”, denunció la doctora Gómez.



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