lunes, 25 de agosto de 2008

Elija la bala que matará a su hijo-Las otras olimpíadas y la prensa argentina


Este es un artículo que salió en La Nación, lamentablemente en la Argentina, y en otros países, parecen estar de acuerdo con el "método" de seguridad que se estableció en China...

Algunos comentarios de La Nación dan un poco de pánico, otros, por suerte, dejan una pequeña esperanza.





PEKIN.- La mochila puede quedar abierta y descuidada por varias horas. Nadie va a tocar nada. Tampoco faltará dinero de los bolsillos ni ninguna otra pertenencia por más tumultos de gente que haya alrededor, en una salida de cualquier estadio o en esos hormigueros humanos que son los subtes. La seguridad en las calles de Pekín es uno de los valores más rescatables de esta sociedad. Se puede viajar solo en un taxi a cualquier horas sin problemas y se puede caminar en las veredas más inhóspitas en cualquier momento de la noche que nadie alterará la tranquilidad.

El robo, el asalto, el quedarse con algo ajeno, no existen en la mentalidad china. Y si uno protesta firmemente porque el taxi lo llevó a un lugar equivocado, el conductor pedirá disculpas y aceptará que no se le pague sin quejarse. En la mayoría de los restaurantes, especialmente los típicos, no sólo no se aceptan propinas, sino que no entienden por qué un extraño quiere regalarles dinero. El mozo lo seguirá y le dirá: "Señor, este dinero es suyo". Y hay una característica más insólita aún: si alguien olvida algo, cualquier objeto, el chino no lo llamará con un grito o chistido, correrá detrás suyo para devolvérselo. Todos tenemos alguna anécdota al respecto. Si ocurrió dentro de un local comercial, el empleado saldrá a la calle a buscarlo.

En China las sanciones son durísimas y existe la pena capital, no sólo para un asesino, también para un violador o aquel que practica pedofilia, por ejemplo. En tales casos, el juez le preguntará a la madre del delincuente: "¿Con qué bala quiere que muera su hijo?" Y la madre no sólo deberá determinar el calibre, sino que al mes le llegará una factura del gobierno con el valor que deberá pagar por el proyectil "malgastado". Son las reglas. El delincuente es una lacra, un desperdicio humano. Son las leyes de un país absolutamente seguro al cual cuesta acostumbrarse. ¡Es preocupante! Todavía miramos a los costados, guardamos muy bien el dinero y protegemos nuestras pertenencias con celo. Constantemente tememos "perder" algo. Son muchos años de vivir en Buenos Aires Un mes en Pekín no nos curará la psicosis de la inseguridad dolorosamente obtenida con los años en nuestras calles.




Algunos comentarios:

Este artículo es tendencioso, métanse en Amnestie international y sabrán que en China hay un gobierno de facto que finge ser democráctico, que tortura y mata a cualquier opositor y que viven bajo una durísima dictadura; sin libertad de expresión y sin derecho. Caminar por las calles de Damasco, Siria; también es segurísimo. Se los puedo decir porque he estado ahí. No pasa nada, aunque vayas por un callejón oscuro el borde de uno de sus canales. Pero esto se debe a que si te agarran...en China pasa lo mismo, no se olviden lo que pasa con el Tibet (y a mi nadie me la vende que los Tibetanos son subersivos, nadie). OJITO CON ESTA NOTA, OMITE MÁS DE LO QUE INFORMA!!!






AGREGO QUE EEUU existe la pena capital y una ley durísima también, y es el país de mayores muertes por crímenes en el mundo! CUIDADO!








Respuesta de Julio Argentino al artículo de La Nación:

Cuentos chinos. Leí el artículo de LA NACION sobre la seguridad y no se si es tan así en Pekín.

Tiene un airecillo de esos cuentos de la viejita suiza que le devolvía el papelito que tiró un argentino al piso en Zurich.

Un ejemplo: en el lado interno de la puerta de las habitaciones del Sheraton Gran Muralla en Beijing un pequeño cartel dice que no abras a nadie que venga con un pretexto cualquiera, sin consultar antes a conserjería.

Como tengo la prudencia de leer esos papelitos que están pegados con un reglamento más o menos previsible, me libré de ser asaltado en mi habitación apenas llegué a Beijing, la primera vez,en 2002.

Dos hombres y una mujer, con apariencia de personal de mantenimiento, pidieron entrar para cambiar un foco de luz. Los rechacé sin muchas palabras (mi vocabulario en chino es pobrísimo). En conserjería me dijeron luego que no habían enviado a nadie.

En general, en las zonas del centro de las ciudades, la seguridad debe ser más que aceptable. La policía en la calle no lleva armas y el orden es más o menos visible.

Pero, en cuanto hubo algo "raro" an la zona de DaZalian, al sur de la plaza de Tiananmen, en cuestión de segundos aparecieron dos patrulleros y se bajaron varios policías con armas en la mano, aprehendieron a una o dos personas y se esfumaron.

Es muy probable que durante los Juegos Olímpicos hayan extremado las medidas de vigilancia: había mucho prestigio por ganar, en la opinión de la dirigencia china.

Por ejemplo: en ninguna de las crónicas hay la mínima mención a los mendigos y a los cartoneros, hombres y mujeres, montados en sus bicicletas modificadas. Parece ser que no solo se radiaron a los ladrones, también hubo una razzia de mendigos, cartoneros, vendedores callejeros llevada a cabo para cuidar las apariencias.

Así figura en una noticia de France Presse, de enero de 2008, publicada por el diario turco en inglés.

Los mendigos son profesionales, miembro de una grande y compleja Federación de Mendigos de Beijing, según lo indica el siguiente blog.

En definitiva, no se diferencia mucho de lo hecho en la Argentina por la dictadura militar en la época del Mundial y en especial, por el entonces general Bussi,en Tucumán, que capturó a los inofensivos mendigos de la ciudad de Tucumán y los arrojó en medio del desierto helado en pleno invierno.

Hoy el general Bussi,está siendo sometido a juicio por sus delitos contra los derechos humanos. Lo grave, es que pese a ser de público conocimiento, Bussi también fue elegido por el voto popular varias veces, ya en democracia.

En realidad, si se quiere teneruna primera aproximación a China y los principios que rigen su vida, se debería estudiar a Confucio. Para no complicarse la vida,en wikipedia está bastante condensado.

Pero, en mi opinión, el lugar donde se sintetiza lo confuciano con las normas occidentales está fuera de China, en la ciudad-estado de Singapur (Singapore): una sociedad multiétnica, muy desarrollada, con una población de buen nivel educativo, muy segura y tranquila, con una baja tasa de criminalidad.

Si alguien tiene memoria, a principios de los '90, un joven adolescente americano, residente en Singapur, bastante borracho, dañó adrede unos automóviles estacionados. Una vez detenido,fue enjuiciado y condenado a la pena prescripta: veinte azotes en las nalgas con varas de bambú o rattan (no estoy seguro).

Hubo un movimiento internacional paraevitar el "horror" de la pena, en el que se involucró hasta el presidente Clinton. El clamor internacional no tuvo eco en los oídos de los jueces singaporeanos y una vez con las blancas nalgas al aire, le fueron administrados los veinte confucianos azotes. No hubo piedad para el delicado trasero.Para esos mismos años `90, el gobernador de Texas, un tal Bush, ganabaf ama al no conmutar ninguna pena de muerte.

Resultados obtenidos: todos los años 250.000 texanos sufren algún crimen violento y es el 6º estado más peligroso deU.S.A..

Tengo serias dudas que tanto Bush, George W., el cronista de La Nación ylos opinadores de ese artículo hayan leído a Confucio.

Saludos Julio A.

Enviado a la lista librosgratis



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