sábado, 19 de enero de 2008

Artículo de la revista ADN sobre Radiohead y la distribución de arte vía Internet

Foto de Radiohead

De la revista ADN del diario La Nación (Argentina).

El mayor golpe asestado por un grupo de músicos al corazón de la industria discográfica no ha sido de nocaut, pero dejó groggy a varios. Como toda bomba, su impacto ha tenido consecuencias imprevistas. Y en las huellas que deja su paso puede adivinarse el rumbo de la cultura que vendrá, así como de todo aquello que ya no tiene vuelta atrás.

La historia comenzó el 10 de octubre pasado, cuando Radiohead anunció en su página web ( www.radiohead.com ) que su nuevo disco, In rainbows , estaría disponible en www.inrainbows.com , para descargarse por el precio que cada uno de los usuarios estuviera dispuesto a pagar. La página dejó de estar activa el 10 de diciembre, y aunque Thom Yorke y los suyos no han proporcionado datos oficiales, se presume que consiguieron un éxito discreto, pero éxito al fin. Según el diario británico The Times , más de un millón de personas habrían bajado el disco en esos dos meses (aproximadamente la mitad de los compradores totales del anterior CD de la banda, Hail to the thief , de 2003), de los cuales sólo dos de cada cinco pagaron algo por él. Ese 38 o 40 por ciento de público habría desembolsado un promedio de 4 euros por download , bastante menos de los 5.7 euros pronosticados por diversos sitios de marketing online . Y de todos los usuarios, que cubren un arco que va de la Argentina a Corea del Norte, pasando por Irlanda y Afganistán, los estadounidenses son quienes habrían pagado más, un promedio de 5.64 euros por descarga.

Los números de este proceso inédito no han entusiasmado a nadie, pero tampoco representan el fiasco que le hubiera gustado ver a los directivos de EMI, la discográfica dueña de los derechos de los primeros seis discos de Radiohead. De hecho, la complejidad del resultado dibuja el mapa de la difusión artística del futuro, un horizonte en el que lo único concreto es que parte del negocio de la cultura se apresta a cambiar de manos. Más pronto que tarde, músicos y escritores prescindirán de los intermediarios industriales que convierten su trabajo en una obra al alcance del público. Esto podría permitir que los creadores ganen más y que el público pague menos. En la literatura, Stephen King abrió el camino en marzo de 2000 con la venta online de Montado en la bala y dio otro paso al año siguiente, cuando la venta a dos dólares por capítulo de su novela The Plant en www.stephenking.com le generó unas ganancias netas de 463.832 dólares. En la música, iniciativas similares a las de Radiohead ya habían sido puestas en práctica por los grupos Public Enemy, Nine Inch Nails o Smashing Pumpkins, y grandes superventas como Prince o Madonna han abandonado a las discográficas trasnacionales para trabajar junto a sellos más pequeños, donde la producción y la distribución del disco no supone la imposición de una línea artística apegada al marketing.

La aventura propuesta por Radiohead inició otra etapa el 1 de enero, fecha en la que la banda lanzó In rainbows por los canales tradicionales de comercialización. En la semana de su lanzamiento, distribuido por las independientes XL y ATO Records Group, el disco alcanzó el primer lugar en las listas de Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Francia, Japón e Irlanda, y las 122 mil copias vendidas en siete días sólo en Estados Unidos le auguran un buen futuro comercial. No se puede decir lo mismo de EMI, que por estos días anunció la eliminación de 2 mil puestos de trabajo, casi la tercera parte de su plantilla. Para las discográficas, Internet resulta su peor amenaza; para Radiohead, la oferta online de In rainbows no conspiró contra su éxito en las disquerías. En un mundo en el que la venta de discos descendió un 15 por ciento con respecto a las ya alicaídas cifras del año pasado, hoy parece claro que la apuesta de la industria consiste en reciclar viejos éxitos (Soda Stereo, The Police), mientras que algunos creadores prefieren poner su esfuerzo en favor de una cibercultura en la que el usuario actúe con equilibrio y madurez. ¿Será esa la nueva responsabilidad social del artista? La respuesta acecha en el futuro, y todo indica que tendrá la forma de un golpe de nocaut.

Por Leonardo Tarifeño
De la Redacción de LA NACION



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